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Sin ecologistas no habrá cambio
La
posibilidad de que Els Verds no se incorporen a Ciutadans pel canvi cierra las
puertas a que una sensibilidad con amplias simpatías sume para desbordar el
vaso. Sin este ingrediente y con la noticia de que ni Jordi Sargatal ni Ramon
Folch estarán en las listas de Maragall, se cierra el debate con un nuevo
desencuentro. Lo viejo no
acaba de morir y lo nuevo no acaba de eclosionar. La sociedad catalana,
prisionera de una borrachera de modernidad, combina la alarma ambiental con la
ausencia de medidas correctoras que conviertan el problema ambiental en una
oportunidad para madurar. Las consignas convergentes hablan de crecer y crecer
como si esto fuera posible sin generar mayores e inaceptables desequilibrios
internos y externos. Si la alternativa es madurar eso solo se puede conseguir
con innovación, sostenibilidad y sensatez. La
izquierda no acaba de entender el reto ante el que nos encontramos. Es un reto
democrático, cívico que debe tener su retrato institucional en un nuevo
impulso renovador y refrescante. Por este estilo e intención, Els Verds se han
entendido con Maragall a pesar de que es obvio que en el futuro habrá
controversias, desaveniencias pero siempre bajo la complicidad de la lealtad y
lo que Ramon Folch bautizó con el nombre de la conspiración socioecológica. Esta
conspiración civil, amable y pacífica ha propiciado un gobierno progresista en
las Islas Baleares. Un acuerdo que ha llenado de esperanzas a la sociedad balear
y que podría tener su repetición en Catalunya, diferencias a parte. Els Verds
han optado por diferentes tipos de coaliciones electorales buscando el mismo
objetivo. No ser vampirizados, poder estar en la escena con una voluntad de
seguir siendo minoritarios pero nunca marginales. El pacto
con Iniciativa per Catalunya acabó en divorcio. El acuerdo con Esquerra
Republicana de Catalunya en las municipales y europeas permitió entrar en el
ayuntamiento de Barcelona y sumar muchos votos en todos los lugares donde se
concurrió en coalición. La dirección de ERC decidió no continuar la alianza
en las autonómicas optando por una ambigüedad que dará pan para hoy y hambre
para mañana. Els Verds
no han sido ni serán equidistantes. No dan un cheque en blanco a nadie pero su
modesta energía quiere sumarse a un cambio. El posible, no el deseable. Con
este espíritu se han hecho propuestas, iniciativas y planteamientos que han
sido bien recibidos pero no han tenido su retrato en las listas electorales, máxima
escenificación de las personas a las que los electores podrán votar. Esta
estrechez de miras no es una historia de buenos y malos pero no es una buena
noticia sobre la cual sería preferible escribir. Sobretodo cuando lo que hace
falta es no poner palos a la rueda, sobretodo cuando parecía que iba por buen
camino. Jordi Bigues, periodista y
ecologista. 9 de setembre 1999.
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